Si me pidieran una definición de la vida diría: la vida es un tango.
He bailado tango desde antes de bailarlo. Al principio sólo escuchándolo de niña, y tal vez por eso está tan enlazado a mi vida y a mi infancia. Y luego tímidamente en mis primeras clases.
Me he enamorado al son de un tango.
He perdido un gran amor al son de un tango.
El amor ha vuelto a mi vida al son de un tango.
Hoy no puedo imaginarme un solo día de mi vida sin su magia.
Desde hace muchos años el tango además de mi gran pasión se ha convertido en mi profesión y me ha llevado a recorrer mundo. Pero no hay nada que disfrute más en la vida que volverme anónima, lejos de las luces de un escenario, y abrazarme a un desconocido para compartir juntos tres minutos de absoluta intimidad y magia.
Cuando bailo todo desaparece, no hay límites, todo parece posible. Y los problemas cotidianos ya no existen. Sólo la música, y la magia de las palabras que sin que te des cuenta se van volviendo propias, porque a medida que transcurre tu vida te vas viendo reflejada en muchas de sus letras, y cada vez más.
Como decía Troilo...el tango espera. Tal vez no lo entiendas hoy, pero llegará el momento en tu vida en que va a escuchar un tango y vas a darte cuenta de que tu corazón late al mismo compás y que tu historia parece la letra que estas escuchando.
Y te vas a dar cuenta que en su música y su letra recuperas tu infancia, tu barrio, tus seres queridos que ya no están, amores, momentos tristes y momentos felices. Y que al bailar, con todo eso en tu corazón tu cuerpo alcanza la plenitud y la libertad absoluta.